sábado, 20 de noviembre de 2010

Cuento II

Érase una vez... ¡Yo! Hola, soy Lidia y soy enfermera. Desde hace tres años estoy trabajando en el hospital 12 de Octubre de Madrid. Érase una vez mi historia:
Todo ocurrió una noche, una noche de Diciembre, una típica noche de Diciembre: fría, cerrada, húmeda. Aquella noche de Diciembre me tocó hacer una guardia, la cual esperaba que fuera tranquila como todas las noches; sin embargo, no lo fue.
Alrededor de las 3 de la mañana recibimos un aviso importante: jóven de origen sudamericano ingresaba de urgencia inconsciente con 3 puñaladas en el abdomen y un fuerte golpe en la cabeza. Había perdido mucha sangre, y había que tratarle de inmediato.
El joven entró en quirófano, y salió horas más tarde. Una vez en planta, el médico nos informó: el chico tenía un fuerte golpe en el cráneo en su lóbulo frontal. Además, presentaba una hemorragia en el ojo izquierdo y una fractura en la tibia, así como numerosos hematomas repartidos por todo el cuerpo.
Cuando el médico, el Doctor Fernández nos avisó del cuadro, comentamos llamar a la policía, para encontrar familiares y avisar del agredido. La respuesta del equipo no fue positiva: no vamos a llamar a la policía, este chico está claro que ha salido borracho de cualquier discoteca y ha buscado pelea por ahí. Ni siquiera tendrá familia. Deja que se recupere, y que nos diga si avisamos a alguien. Desde luego... sólo vienen aquí para pelearse, drogarse... No hay derecho.
Atendimos al chico, y nos subimos al despacho. Allí las críticas se hacían cada vez más duras: "qué pena, nos están invadiendo y encima no vienen más que a pelearse", "es que los viernes sólo se emborrachan y buscan pelea", "es que no hay derecho, vienen a emborracharse", "estos sudacas, de verdad..." "se lo buscan ellos mismos".
Lo peor de todo es que parecía que tenían razón. Con el paso de un par de días nadie preguntó por él, ni llamaron al teléfono, ni una sóla visita. Y con el paso de un par de días, el chaval se encontraba lo suficientemente consciente y recuperado para entrevistarle.
- ¡Hola!, ¿Cómo te encuentras?
- Me duele la cabeza
- Es normal, oye... ¿Cuál es tu nombre?
- Johnatan
- Johnatan... ¿Quieres que avisemos a alguien para que venga a buscarte?

Antes de que pudiera decir nada, una pareja entró histérica a la habitación seguida de todo el equipo de enfermeros. 

- ¿Son sus padres? Pregunté a un compañero.
- Sí, pero no sólo eso. El padre es el embajador peruano en España. No ha dejado de preguntar por su hijo estos dos días, hasta que ha dado con él en el hospital. Esta enfadadísimo Lidia.
Casi automáticamente, cambiaron la habitación del chico por una individual, pidieron su explicación, mejoraron sus condiciones hospitalarias y no dejaron de preguntarle si todo iba bien.
El chico había sido agredido por una banda de ideología racista cuando salía de cenar con su novia.
Y entonces: "No hay derecho, estos racistas asquerosos" "Pobre chico" "Con lo majo que es... sólo vienen aquí a estudiar y se encuentran con esto".


Estereotipos. Fáciles de usar













No hay comentarios:

Publicar un comentario